Deslumbrada por las luces que encandilan, tiro despacito del brazo ajeno sin despegar los ojos ni el cuerpo de las ganas de traspasar ese vidrio, atónita, trato de compartir entonces, un deseo, un anhelo, una felicidad encontrada que quien brinda, por ser solo brindador, no entiende.
Quién te brinda la oportunidad de encandilarte no es más que eso, quién brinda.
Quién te encandila es quién te genera el deseo indudable de querer brindar.
Que fácil me fue confundir al brindador con el que encandila
Y qué difícil me es entender a quién ahora me encandila. Y a esto último se resume mi mundo ahora. A lo insane que soy, por querer todo y nada con vos.