- Te amo
No, no va a responder en repetición automática tan rápido. Él quiere saber cuánto, él cree por orgullo, por hacerse desear. Cuando en realidad el único deseo visible es el que él esta pidiendo a mirada oculta, desea esas palabras de amor en respuesta que expresen aún más esa frase tan simple. A ver, probemos, dice. Entonces entre queriendo saber y no saber y fingiendo haber evitado la primer confesión que en realidad ya colmó su mente, pregunta:
- Cuánto?
Ella responde:
- No creo, no creo que exista medida en que pueda medirlo. Quizás pueda decirte cuándo es que lo hago. Y es que te amo desde que me miras, hasta que me besas. Desde tu abrazo hasta tu desnudez. Desde tu delirio hasta tu razón. Desde tu malhumor hasta tu amor por la vida. Te amo así porque no tengo mas razones que una sola, vos. Porque (No se pregunte por qué, y téngase en cuenta lo mucho que podemos odiarnos en algunos momentos) creo, que estamos hechos para ser. Que estas ahí, y con tu abrazo me basta, mi amor, solo con vos me basta.
Entonces contesta esa respuesta que ella sabía lograría, esa respuesta con esa característica masculina en la que indica que sí, te entendió, entendió perfectamente lo que le dijiste, y era lo que deseaba escuchar; y aunque él siempre haya sospechado que siendo hombre nunca pudiese llegar a entenderte: Entendió y le llegó a un lugar del cual no se animaría a salir con mas palabras por hombría. Comprende que lo primero era una simple frase que ella era capaz de desplegar pero él no. No sabe cómo hizo, pero lo hace. La ama, porque lo hizo entender. La ama por todo lo que es y por todo lo que son. Entonces no lo piensa más
- Te amo. Le dijo.