For a pessimist, I'm pretty optimistic

sábado, 26 de abril de 2014

Un par de manos frías, de piel de papel maché, me rozan. Desde una cama que mira la luna cuando el insomnio la persigue y no puede correr. Toman la taza de té. Ya no pueden, ya no pueden los pies arrastrarse más a una mesa poblada de palabras de química, o literatura. Una polis en la que los habitantes son analgésicos, y los edificios son pilas y pilas de libros. Una mesa que ya no es mesa. Una casa que ya no es casa. Un hogar que nunca fue hogar.
Las ventanas ya no se abrían. Y las llaves eran cada vez mas difíciles de girar. El olor a libros se apoderaba de todo. Y los recuerdos apilados, los juegos con papeles. Las palabras mal escritas. Los tesoros de la antiguedad, los hilos con la máquina de coser. Las banderitas francesas. Las vainillas de la tarde. Ásterix y Óbelix. Los paseos.
Nos tomabamos de la mano y nos ibamos. Yo de tu mano, aunque quisiese otra. Con mi vestido, encaprichada. Sospecho no soportas mi inmadurez pero sigo siendo yo. Debías sujetarme para cruzar la calle. Y si es que yo hubiese podido te hubiese sujetado mas fuerte aún para que sientas el perdón antes de irte. Pero bastó con un beso de despedida en el cuarto, bastó con saber que la última cena que comiste fue mía.

Ahora sos mariposa, ahora sos libro.