Me enloquece tu mirada, me atropello con tus labios, y entre salivas resbala el mensaje de los sabios. Tus ojos entrecerrados parecen mirar lo eterno, rodando desaforados burlamos noches de invierno.
En este juego convexo tu espalda eclipsa mi ombligo, tu sexo para mi sexo el más milagroso abrigo. Tu espalda contra mi pecho, tus pechos en el espejo que reflejan en el techo pecaminosos reflejos.
Trompa de elefante, ojos de dragón.
Pasti, flor del sur en Constitución.
Y yo me encargo de contarles que vos derrochas dulzura y ese rasgo en tu hermosura produce una envidia sana, imaginate si cuento lo que hacemos en la cama…